sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Qué es esto? Primera parte


El frontón creativo

El monje zen Pai Chang (720-814 d.c.) tenía tantos estudiantes que tuvo que abrir un segundo monasterio. Para nombrar a un maestro para que se encargase de éste, reunió a sus monjes y se presentó ante ellos con un jarrón, y pregunto:
-Sin decir que es un jarrón, decidme, ¿qué es esto?
El monje principal dijo: "No se puede decir que sea un trozo de madera"
Otro monje dijo: "No es el espacio vacío que hay dentro"
En ese momento el cocinero del monasterio apareció, derribó el jarrón con el pie y a continuación se fue.
Po-Chang puso el nuevo monasterio a cargo del cocinero.

La pregunta capital de toda la historia de la Filosofía es "¿Qué es el ser?". Y milenios después, seguimos sin respuesta.

Los seres humanos nacemos y despertamos a la conciencia sin tener ni idea de por qué estamos aquí y qué es todo esto que nos rodea. Lo curioso es que morimos de la misma manera que hemos nacido, rodeados de una interrogación.

Parece ser que a los humanos nos incomoda no tener respuestas a lo que nos preguntamos, así que preferimos inventarnos historias que calmen esa inquietud antes que aceptar la duda de la existencia o nuestra incapacidad para comprenderla.
Es algo que yo llamo el "frontón creativo" y que funciona de manera muy simple: Un humano lanza una pregunta y en el frontón rebota una respuesta en forma de historia ficticia que satisface la curiosidad.

De esta forma preguntamos: ¿Qué es todo esto? y cada vez que lanzamos la pregunta, el frontón nos da una respuesta diferente.

Todo esto es:

Dios
La naturaleza
Los espíritus
El Kaos de los griegos
Una creación de uno o varios dioses que están fuera de esto
Una creación de Quetzalcóatl, el dios del maíz
La creación de Izanagi e Izanami con la lanza Ama-no-Nuboko japonesa
La creación de Ymir, la vaca Audhumbla y Odín
El Universo autocontenido
Miles de trillones de multiversos
Una fractura de simetría en el vacío cuántico
El Tao
La rueda del samsara
Un valle de lágrimas
Una ilusión creada por nuestra propia mente
Nada
... y cualquier otra cosa que vaya surgiendo.

Cada época ha dado respuestas creativas a la profunda e imperiosa necesidad de saber qué es esto. Los humanos se han agrupado en torno a diferentes respuestas y han creado países e imperios luchando contra otras creencias. Lo sagrado ha sido preservar la propia idea de la realidad y lo sacrílego aquello que la pone en entredicho.

El autor de este blog no es tan osado como para pretender tan siquiera intentar responder a esta pregunta, pero hay otras preguntas que desde mi humilde punto de vista, pueden tener una respuesta más precisa.

¿Qué es la vida?

La vida parece ser una propiedad emergente surgida de la capacidad de la materia inorgánica para formar estructuras estables aprovechando la energía en presencia de una fuente constante de energía como nuestro Sol. La explosión y choque de materia durante el tiempo geológico propició la aparición de moléculas capaces generar orden interior. La recombinación de unas moléculas con otras dio lugar a macromoléculas cada vez más estables.

La vida parece presentar un comportamiento fractal, pues este es idéntico a diferentes escalas. Las moléculas primigenias necesitaban energía para permanecer estables, y todos los seres vivos seguimos necesitándola.

Todos buscamos aferrarnos a una fuente de energía que nos proporcione la estabilidad necesaria para mantener la vida que llevamos dentro. Así, las crías sienten el impulso de estar con sus madres para asegurarse la energía que las mantiene con vida; los padres sienten el impulso de estar con las crías para asegurarse de que sus crías sobreviven. Y de esta forma, la vida continúa.

El ciclo nacimiento-crecimiento-reproducción-muerte no siempre ha existido. Los primeros organismos, como las amebas, eran inmortales si las condiciones del entorno no cambiaban. Pero como sí cambiaban, comenzaron a triunfar aquellos organismos que pasaban su información a otros nuevos seres que podían adaptarse de forma más flexible a una realidad cambiante.

La muerte es necesaria para que la vida se mantenga. Y es que precisamente esa es la única finalidad de la vida: su propia supervivencia.

¿Para qué estamos aquí?

Nada es tan importante para la vida como sobrevivir. Para ello utiliza creaciones cada vez más sofisticadas como las células, las plantas y los animales. Cada ser, que no es más que una herramienta del sistema-vida, aprovecha la energía de su entorno y colabora o lucha contra otros seres que también intentan hacer lo mismo. Los seres más adaptados a la lucha o la colaboración sobreviven y los que no, se extinguen.

Cuando un ser humano estudia, trabaja, lucha, ama, roba o mata, obtiene energía de su entorno para hacer que la vida que está dentro de él, continúe en la siguiente generación. La recompensa que nos da la vida por ayudarla es el placer y el castigo por no seguir sus dictados es el dolor.

La vida ha sufrido grandes retos a lo largo de su historia, en forma de extinciones masivas: Glaciaciones, sequías, descensos y ascensos del nivel del mar, erupciones volcánicas masivas, terremotos, choques de asteroides... Nada ha podido con el simple y eficaz diseño de la persistencia de la vida: si se extinguen unas especies, otras toman el relevo.

Y es que la persistencia es la cualidad más notable de la vida.
Si falta el oxígeno, los seres anaerobios triunfan. Si hay mucho oxígeno, éstos se encapsulan dentro de células. Si hay un entorno de agua, calor y azufre, cangrejos y sérpulas toman el relevo. Si la presión aumenta, no hay problema: ahí están los seres abisales. Si hay radioactividad, los tardígrados y las cucarachas sabrán bien qué hacer.

Parece como si la vida hubiese probado todas las posibilidades y tuviese un plan B para perpetuarse aprovechando la energía  disponible en cada momento.

No es de extrañar que podamos explicar el comportamiento humano en términos estrictamente energéticos, como intentaré hacer en el próximo post.